sublime humildad fue exaltada por Dios a la categoría singular de madre de Dios Hijo. No podemos negar la altísima categoría que Dios le concedió.
mismo corazón. Si los hombres fueran listos, se aprovecharían, no dudarían que yo a Ella no puedo negarle nada.... Cómo queréis que sea de otra forma, si es mi Mamá.
como Avemarías o besando el suelo en igual número. Ella fue siempre para mí como una Madre, nunca me negó su ayuda. Me dirigía a Ella con toda confianza, sintiendo que bajo su protección maternal no tenía
como Avemarías o besando el suelo en igual número. Ella fue siempre para mí como una Madre, nunca me negó su ayuda. Me dirigía a Ella con toda confianza, sintiendo que bajo su protección maternal no tenía
terminó cumpliéndola. Dos veces, la Virgen se le apareció y le pidió que se bautizara; dos veces él se negó. Cuando se le apareció por primera vez en 1651, el jefe se inició en la fe cristiana con otros miembros [...] él otra vez ignoró su petición. Sin embargo, la Santa Madre no se dio por vencida. Al ver que se negaba a escucharla, Ella se despidió, dejando en manos del jefe una pequeña imagen suya con el Niño Jesús
Medjugorje y, a su regreso, el grupo organizó un Rosario, al que ella me invitó. Después de haberme negado varias veces, finalmente accedí y allí, rezando a "Nuestra Señora de Medjugorje", la Reina de la
Dispensadora y Mediadora todopoderosa de todas las gracias: Tú no le niegas nada y Ella misma no sabría negarle nada a nadie... ¿Quién, entonces, podría maldecirse a sí mismo? ¿Quién no alcanzaría el paraíso?
Carmelo Su Majestad [Dios] sabe muy bien que solo puedo jactarme de su misericordia y, como no puedo negar lo que he sido, no tengo otro remedio que confiar en Ella, en los méritos de su Hijo y de la Virgen
Santa, toda bella: Dios no le niega nada. Ella es la reina sentada a su derecha a la que no puede negar nada. Tiene una poderosa y extraordinaria intercesión que le permite hacer brotar de Dios la gracia
estos términos: “¡Señor, dame a Baronius! Devuélvemelo, cómo lo deseo y ¡lo quiero!”. Como Jesús se negara, se volvió entonces a María y, cuando Ella intercedió por él, supo de inmediato que había sido escuchado