¿Qué más podrías haberme dado, oh Dios, después de habérmelo ofrecido por entero?
Con tu corazón ardiendo de amor por mí, has sugerido otro regalo, sí, ¡otro regalo otra vez! Nos pediste que nos hiciéramos como niños si queríamos entrar al Reino de los Cielos (Mt 18, 3). Sabes muy bien que un niño necesita una madre: eres Tú quien estableció esta ley del amor.
En tu bondad y misericordia, has creado para nosotros una Madre que es la personificación de tu bondad y de tu amor infinito; y desde la cruz en el Gólgota, nos la ofreciste y nos entregaste a Ella...
También has decidido, oh Dios que nos amas, dárnosla como Dispensadora y Mediadora todopoderosa de todas las gracias: Tú no le niegas nada y Ella misma no sabría negarle nada a nadie... ¿Quién, entonces, podría maldecirse a sí mismo? ¿Quién no alcanzaría el paraíso?
San Maximiliano Kolbe (1894-1941) (SK 1145). Source: Adoperp