En 1572, el erudito napolitano (Italia) Cesare Baronius, miembro del Oratorio, cayó gravemente enfermo. Recibió los últimos sacramentos y se esperaba que muriera de un momento a otro; pero su superior y amigo era san Felipe Neri, gran devoto de la Santísima Virgen.
Felipe se puso a orar por la vida de su querido discípulo. Baronius pronto se durmió. Entrando en un sueño muy dulce, vio a su superior a los pies del Salvador y de su Santísima Madre, que les preguntaba sobre su salud en estos términos: “¡Señor, dame a Baronius! Devuélvemelo, cómo lo deseo y ¡lo quiero!”. Como Jesús se negara, se volvió entonces a María y, cuando Ella intercedió por él, supo de inmediato que había sido escuchado.
En ese mismo momento, Baronius se despertó, convencido de que no moriría de esta enfermedad. De hecho, se recuperó el mismo día y, en sus Anales, no dejó de informar a su amado padre, sobre su doctrina y su vida (Traducido del francés).
R. F. Rohrbacher, historiador
En: Le chapelet des enfants