capilla para proteger la imagen. Entonces, un rico hidalgo español, Don Juan de Lezica y Torrezuri, erigió, en 1754, una hermosa iglesia en honor de Nuestra Señora en Luján, en agradecimiento por haberse
había desaparecido, lo encontraron en el umbral de la gran puerta. Como el hecho se repitió, ahí se erigió un pequeño santuario llamado de la “Portaitissa”: “la que cuida el umbral”. Hacia 1980, en una ermita
la había descubierto el día anterior y se entendió que quería ser honrada allí. Rápidamente se le erigió una capilla en el lugar que ella había elegido; demasiado rápido, incluso, porque esta capilla pronto
acompañado de los poderosos señores de la corte, condujo a su hijo de nueve años a un monasterio erigido bajo la advocación de la Santísima Virgen, para asistir al oficio divino y recibir la Santa Eucaristía
en 1603 salieron en procesión por el glacis fuera de las murallas de la ciudad de Luxemburgo para erigir una estatua de la Virgen bajo los rasgos iconográficos de la Inmaculada Concepción, evocando a la
por quien se vive, del Creador de todas las cosas, Señor del Cielo y de la Tierra. Quisiera que se erigiera una iglesia aquí, rápidamente, para poder mostrarles y darles mi amor, mi compasión, mi ayuda y
tormenta. Una segunda capilla quedó enterrada bajo la arena en 1721. Finalmente, una tercera fue erigida en 1722. Esa es la capilla actual, llamada “Capilla de los Marineros”, hacia la que se dirigían
la Iglesia, en 1854! En 1863, mientras se desataba una lucha anticlerical en Portugal, el pueblo erigió el santuario de Nuestra Señora de Sameiro, cerca de la ciudad de Braga. Este santuario tiene el título
aparecía a Marcela Lanchon*, a 100 km de Versalles, Mons. Emmanuel Marbeau, obispo de Meaux, prometía erigir una estatua a Nuestra Señora, si su ciudad era salvada de la Batalla del Marne que estaba librándose
trasladó a Loreto, cerca del mar Adriático. En última instancia, la histórica Basílica de Walsingham, erigida en los siglos XV y XVI, se conoce como la “Virgen del Mar”. Ayuda a los marineros en apuros. El albergue