Según la tradición, en los Siglos XI y XII un icono que llegó sobre la olas, se instaló lentamente en las orillas del Monte Athos (Grecia) cerca del Monasterio de Iviron.
Es un icono de tipo “Odigitria”, representando a la Madre de Dios que lleva en un brazo al Niño Jesús en majestad, y con la otra lo designa como “el camino, la verdad y la vida.”
Los monjes lo llevaron a la iglesia que se encuentra en el centro de los edificios monásticos pero el icono al día siguiente había desaparecido, lo encontraron en el umbral de la gran puerta. Como el hecho se repitió, ahí se erigió un pequeño santuario llamado de la “Portaitissa”: “la que cuida el umbral”.
Hacia 1980, en una ermita, la de Natividad, se inaugura un taller de iconos. El primero que fue pintado fue una copia libre de la “Portaitissa”. En la misma fecha José Muños, chileno, ortodoxo convertido, profesor de Historia del Arte en Montreal, va al Monte Athos y descubre la ermita de la Natividad. Se queda estupefacto frente la Imagen de la “Portaitissa”.
José Muños, regresa a Montreal con una copia libre de la “Portaitissa”. A finales de noviembre de 1982, durante la noche constata que del icono sale el perfume de un aceite que el icono exuda, especialmente de unos finos hilos de mirra (crisma) que brotan de las manos del Niño, de las de la Madre de Dios y de la estrella posada sobre su hombro.
Los ortodoxos observaron que la mirra empezó a escurrir exactamente un año después de la glorificación de los nuevos mártires (mártires rusos) lo que podría significar que así como la mujeres miróforas que embalsamaron el cuerpo de Cristo antes de su Resurrección, de la misma forma la Madre de Dios embalsama hoy al pueblo ruso antes de la resurrección espiritual de Rusia.
Marie de Nazareth