de abril - Sábado Santo La compasión de la santa Virgen (III) El Padre y el Hijo comparten en la eternidad una misma gloria, la Madre y el Hijo comparten a través del tiempo los mismos sufrimientos. El Padre
va a formar mi alma, para que su hija sea una imagen viva y sobrecogedora de su Hijo, el Hijo del Eterno, alabanza perfecta de la gloria de su Padre.
veces merecido… Adorable Dispensadora de las gracias divinas, Esposa Inmaculada del Espíritu Santo eterno, María Santísima, Vos que de Él recibisteis un corazón que se apiada de los desdichados humanos y
Altísimo es infinito en sustancia y en atributos, en unidad de esencia y en trinidad de Personas, eternamente iguales. Lo vi primero en un gran desierto vacío de toda criatura de las que no necesitaba y asistí
va a formar mi alma, para que su hija sea una imagen viva y sobrecogedora de su Hijo, el Hijo del Eterno, alabanza perfecta de la gloria de su Padre.
veces merecido... Adorable Dispensadora de las gracias divinas, Esposa Inmaculada del Espíritu Santo eterno, María Santísima, Vos que de Él recibisteis un corazón que se apiada de los desdichados humanos y
escuchar. Es su condición, su camino, su vida. Su vida es una vida de silencio que adora al Verbo Eterno. Viendo ante sus ojos, en su pecho, en sus brazos, la Palabra misma, la Palabra sustancial del Padre
joven para siempre, incluso cuando la contemplamos en su Asunción al Cielo, porque la santidad es eternamente joven, es el verdadero "elixir de la juventud" que tanto necesitamos. Es la juventud renovada que
invita a celebrar a la Virgen María como Madre de Dios: la «que dio a luz al Rey que gobierna eternamente el cielo y la tierra desde siempre» (Antífona de entrada a la Misa de hoy). La liturgia nos hace [...] vientre de la Virgen encontramos la gracia y la salvación: quien coma de este fruto tendrá la vida eterna. Eva buscaba la belleza que pasa y tomó el fruto de la muerte; María dio a la humanidad el fruto
superando, incluso en ellos, todo cuanto pudiera concebirse: contemplar a Dios cara a cara en un eterno y jubiloso éxtasis de amor (Ap 5,11). Con teólogos como Agustín y Gregorio, Tomás de Aquino prevé [...] oportunidad de mérito y, por consiguiente, una oportunidad para cooperar libremente en su destino de eterna bienaventuranza. Ciertos místicos han sostenido que en este momento de la elección, los ángeles se