El plan de la creación da sentido a la existencia: la vida existe para un designio, un proyecto divino. Este designio es la Encarnación: Dios crea al hombre para que participe de la vida divina. Sin embargo, la Encarnación se produce a través de María.
El plan de Redención da esperanza en el combate espiritual. Cristo recupera a Adán: Él es el Nuevo Adán; la cruz recupera el árbol de la caída; María recupera a Eva: Ella es la Nueva Eva. Esto es "regeneración".
Es también una “recapitulación” donde todo encuentra su sentido y orientación en Cristo.
Vemos entonces que María está en la cima de la “teología de la Historia”.
San Ireneo establece una correspondencia entre la creación de Adán a partir de una tierra virgen y la encarnación de Cristo dentro de la tierra virgen de la Virgen María:
“Si Adán fue creado de tierra virgen, aún no labrada, por tanto por virtud y poder de Dios (cf. Gn 2,4b-7), el nuevo Adán debe tener también su origen en tierra virgen, por el mismo poder y virtud de Dios. María es esta tierra virgen de la que Cristo llega a ser “primogénito”*.
Enciclopedia Mariana
* Ireneo de Lyon, Contre les hérésies (Contra las herejías), III 18,7 I.