6 de junio – San Marcelino Champagnat (1789-1840), fundador los maristas

«Yo llamé a María "madre" y eso me transformó completamente»

© Shutterstock/Juicy Foto
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De niño no me faltaba nada a nivel material, nada excepto, en definitiva, lo esencial que es el amor. Mi padre trabajaba mucho, lo veía poco cuando era niño y, cuando nos veíamos, solo eran conflictos y discusiones... Quería encontrar en otro lugar esa falta de amor.

Cuando era adolescente, comencé a fumar, a frecuentar amistades malsanas, a beber, a ver pornografía… Me interesaba la espiritualidad budista porque era una especie de contemplación, de bienestar animal.

Y llegué a un período de mi vida en el que realmente estaba en mi punto más bajo y me había separado de mi pareja. Sin embargo, siempre he querido hacer el bien, siempre he querido amado a los demás…, pero no lo hice: hice el mal que no quería hacer y no entendía lo que estaba pasando. Entonces comprendí que había hecho sufrir a mi expareja porque me buscaba a mí mismo, porque no estaba en paz interior. Fue una toma de conciencia.

Entonces clamé a Dios, suplicando: «Si hay alguien en el Cielo, si hay un Dios, ayúdame, haz algo por mí. No puedo más. Veo claro que nada va bien en mi vida: hago de todo. ¡Ayúdame, si realmente hay alguien!»

Unos días después, aconsejado por un amigo, entré a un sitio web y allí me encontré con una imagen de la Virgen María. Me habían dicho que la Virgen existía y había oído hablar de Jesús. ¡Pero yo no sabía nada de ellos!

Cuando los descubrí, a través de ese sitio, me puse a llorar. ¡Eran lágrimas de alegría! Llamé a María “madre” y eso me abrumó por completo: ¡en ese momento recibí un amor inexpresable! Todo quedó claro y comprendí que tenía que entregarle mi vida. Dije: “Madre, sálvame, líbrame…”. ¡Estas palabras salieron así, sin pensar! Era mi madre. Le hablé sin inhibición: podía contarle todo, todo.

Y María limpió mi vida, puso orden y me mostró el verdadero camino, el camino de Jesús. La batalla espiritual fue dura porque tuve que liberarme de muchas cosas, de los miedos que me acechaban… Pero entendí que tenía que abandonarme al Señor, en lugar de luchar solo con mis fuerzas y me fui liberando poco a poco. Sentí que la paz volvía a mí, volví a experimentar una alegría llena de amor. Pude conocer personas llenas de fe que me mostraron lo que era el amor, lo que era compartir juntos.

Desde entonces he iniciado un camino hacia el bautismo y espero que dentro de dos años podré bautizarme y ser plenamente hijo de Dios.

Testimonio de Gray

Adaptado de: www.decouvrir-dieu.com

 

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