El zar de todos los rusos, Nicolás II, fue arrestado en 1918, pocos días después de haber dedicado su imperio a la Virgen de Kazán y, por orden de Trotsky, ejecutado junto con toda su familia. El icono de Kazán desaparece en medio de los horrores de la Revolución Rusa.
Muchos pensaban que había sido quemado en los grandes autos de fe de iconos e imágenes sagradas de esa época, pero en 1965 supimos que estaba a la venta en un gran anticuario de Nueva York, sin su oklad (revestimiento de oro y piedras preciosas de un icono) y muy deteriorado. El precio de venta, 500,000 dólares, era fabuloso para la época y el gobierno soviético estaba en la lista, pero los rusos de la diáspora lo compraron y lo restauraron.
Fue trasladado a Fátima debido a las profecías pronunciadas allí en favor de Rusia. Los encargados lo resguardaron en la Domus Pacis, en un espacio blindado dentro de la capilla dedicada a él. Posteriormente fue ofrecido a Juan Pablo II, durante una de sus visitas allí, pero él ordenó al Card. Walter Kasper, presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, que lo entregara a los rusos el 28 de agosto de 2004, en la festividad de la Dormición de la Virgen, durante una larga ceremonia en la que la liturgia ortodoxa se desplegó en el grandioso escenario de la Catedral de la Dormición del Kremlin.
En esta ocasión, el Patriarca Alexy II agradeció al Papa "de todo corazón" por "este acontecimiento que es una contribución común para superar las consecuencias negativas de la historia del siglo XX marcada por una persecución sin precedentes contra la fe en Cristo".
Tomado de Magazine AFALE, núm. 293, septiembre de 2004.