20 de agosto – San Bernardo, doctor de la Iglesia († 1153)

¡Ella ha tomado la iniciativa, nuestra Reina!

© Shutterstock/Renata Sedmakova
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La gloriosa Virgen María, ascendiendo al cielo, sin duda hizo más grande el gozo de los habitantes de lo alto.

Es precisamente Ella, cuya simple palabra de saludo hace temblar de alegría a quienes aún están en el seno materno. Si el alma de un niño que estaba por nacer quedó como embebida de amor tan pronto como María habló, ¿podemos imaginar el gozo de los ciudadanos del cielo cuando Ella llegó y, a la vez, pudieron escuchar su voz, ver su rostro y saborear la alegría de su presencia?

Y para nosotros, queridos míos, ¡qué ocasión tan festiva es la asunción de la Virgen, qué fuente de alegría, qué motivo de gozo! Por la presencia de María, el universo entero se ilumina, hasta el punto de que desde ahora la misma patria celestial brilla con una claridad todavía más viva, iluminada como está por el resplandor de esta lámpara virginal. Por eso es justo que allá arriba resuenen la acción de gracias y la alabanza.

Pero nosotros, al parecer, debemos sollozar, más que celebrar. ¿No es lógico, de hecho, que en la medida en que el cielo se regocija por la presencia de María, sea en la misma medida que nuestro mundo se entristezca por su ausencia? ¡No, dejemos de sollozar! Para nosotros tampoco este mundo es nuestra patria (…).

¡Ella ha tomado la iniciativa, nuestra Reina! Ella tomó la iniciativa, y la acogida que recibió fue tan gloriosa que los pajes pueden seguir a su dama con total confianza y pedirle: "Condúcenos tras tus pasos; correremos tras el olor de tus perfumes" (Ct 1, 4 y siguientes).

Es una abogada que nuestra caravana envía adelante, una abogada que, como Madre del juez y Madre de misericordia, llevará con insistencia y éxito el asunto de nuestra salvación. Es un regalo precioso que nuestra tierra ha enviado al cielo para que, dando y recibiendo, una feliz alianza de amistad una a lo humano con lo divino, a la tierra con el cielo, a los abismos con las cumbres.

San Bernardo: Sermón 1 sobre la Asunción

Enciclopedia Mariana

 

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