La primera evangelización de este gran continente comenzó en el norte de África, en el siglo II de la era cristiana. En efecto, en esa época, Numidia (parte oriental de Argelia y del Magreb) se convierte en provincia del Imperio Romano y conoce entonces a los primeros discípulos de Cristo que llegan como evangelizadores. Tanto es así que en el siglo V, en tiempos de san Agustín (padre y doctor de la Iglesia, bereber venido del norte de África), el Magreb, cubierto entre otras cosas de basílicas y santuarios marianos, ¡era una tierra de cristianismo floreciente!
Fue a partir de las invasiones árabes del siglo VII que el norte de África se islamizó cada vez más, por la fuerza, y se cerró a la luz del Evangelio. Sería necesario esperar hasta el siglo XIX para que se reanudara una evangelización profunda del continente africano, aunque a través de la emigración hacia Sudáfrica. El Evangelio llegó a estas latitudes meridionales desde el siglo XVII.
En cuanto a los milagros, visitas y otras apariciones de la Virgen María en suelo africano, son muy numerosos. Incluso recientemente, en vísperas del terrible genocidio ruandés, los mensajes de María en Kibeho, precisamente en Ruanda, donde se apareció la Madre de Dios de 1981 a 1989, pedían oración y anunciaban las pruebas que conocemos.
¿África mariana? Este es, por ejemplo, el esplendor y majestuoso resplandor de Nuestra Señora de la Paz en Yamusukro (Costa de Marfil) o incluso, en la costa argelina del Magreb, Nuestra Señora de África, que vela por la blanca Argel, y donde llegan a rezar a María, tanto cristianos como musulmanes…