El humanismo cristiano parte de Cristo, que revela el hombre al hombre.
El humanismo cristiano parte también de María, que es un ser exclusivamente humano. Cuando pensamos en María, no debemos pensar solo en su maternidad virginal, sino en su compromiso con la obra salvadora de Dios: su maternidad virginal es solo una forma particular, eminente y específica de María de compromiso con la obra salvadora de Dios, del que Ella es modelo inspirador para todos los hombres.
Dentro del humanismo cristiano, el caso particular de la mujer está también iluminado por la visión de María activa, enérgica y precursora.
Pablo VI ya decía en 1967 a las mujeres africanas (y a través de ellas a todas las mujeres): "Las mujeres africanas de hoy están llamadas a ser siempre conscientes de su dignidad como personas, de su misión de madre, de su derecho a participar en la vida social y en el progreso de la nueva África. (...) La Iglesia invita a las mujeres de África, como invita a las mujeres de todas partes y de todos los tiempos, a mirarse en la Madre de Dios, María, cuya vida, como decía san Ambrosio, puede ser un modelo para todos»*.
Juan Pablo II desarrolló aún más este tema en la carta apostólica “Mulieris dignitatem” (sobre la dignidad de la mujer) de 1988.
Enciclopedia Mariana
*Papa san Pablo VI, Mensaje Africae Terrarum, 1967, § 36.