El 12 de septiembre de 1860, en Le Puy-en-Velay (Francia), se bendijo la colosal estatua de Nuestra Señora de Francia, levantada sobre la roca Corneille y fundida con los 213 cañones sacados de Sebastopol el 8 de septiembre de 1855, a finales de la Guerra de Crimea.
Con 700 metros de altura, el Rocher* Corneille ¡parece haber sido preparado por el mismo Creador para recibir un día la estatua de la Reina de tierra y cielos! Esta idea, propuesta por el padre de Ravignan, jesuita, y el abad Combalot, misionero apostólico, cobró fuerza rápidamente. En 1850, se licitó el proyecto de una estatua colosal de Nuestra Señora de Francia y se adoptó la maqueta del señor Bonassieux.
Inmediatamente se pusieron manos a la obra y se abrió una suscripción nacional. Los 300,000 niños criados por los Hermanos prometen el pedestal; el obispo, monseñor de Morlhon, ofrece 10,000 francos; el emperador Napoleón III imitó su ejemplo; los departamentos envían 300,000 francos.
Pero el metal, ¿quién lo suministrará? "¡Pídanle al emperador los cañones rusos y los tomaremos!", escribió el mariscal Pélissier frente a Sebastopol. Era el 5 de septiembre. Tres días después, la torre Malakoff fue asaltada y los arsenales de Sebastopol cayeron en manos de nuestros soldados. Firmada la paz, el Emperador hizo entregar 213 cañones, esto es, 150 toneladas de bronce, al obispo de Le Puy.
La estatua, fundida en Givors, tiene 16 m de altura. El Niño Jesús en brazos de su Madre, extiende su mano cargada de bendiciones sobre Le Puy.
La inauguración del monumento tuvo lugar el 12 de septiembre de 1860, en presencia de doce arzobispos y obispos, y de 100,000 peregrinos. Cuando los prelados unieron sus manos para bendecir la gigantesca imagen, colocada sobre un pedestal de 7 m, sonó una inmensa ovación: "¡Viva Nuestra Señora de Francia para siempre!".
Equipo de redacción de Marie de Nazareth
* Peñasco