"Su Majestad [Dios] sabe bien que solo puedo halagarme de su misericordia y, como no puedo negar lo que he sido, no me queda otro remedio que confiar en Él, confiar en los méritos de su Hijo y de la Virgen, su madre, cuyo hábito llevo indignamente y que ustedes también llevan. Alabadle, hijas mías, por ser verdaderamente hijas de esta madre María. Así que no tienen por qué avergonzarse de mi miseria, pues tienen una Madre tan buena. Imitadla, considerad cuál debe ser la grandeza de esta Señora y la dicha de tenerla siempre como su patrona, ya que mis pecados y el hecho de ser quien soy, no han desacreditado en nada a esta santa Orden. Pero una cosa os advierto: aunque sean hijas de tal madre, no estén seguras de ustedes mismas, porque David era muy santo, y ya veis lo que era Salomón. No se valgan de la clausura y de la penitencia en que viven" (El castillo interior, 3ª morada, cap. 3-4). “Guardemos la Regla de Nuestra Señora del Carmen... Ruego al Señor que todo sea para su gloria, su alabanza y la de la gloriosa Virgen María cuyo hábito vestimos” (Autobiografía 36, 26 y 28)
Santa Teresa de Ávila
Enciclopedia Mariana