29 de noviembre – Bélgica, Beauraing: La Virgen del Corazón de Oro (1932)

Lourdes me ofreció un regalo tras otro

Shutterstock./Oscity
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Cuando cumplí 51 años, comenzó mi vida de enferma. La palabra "enfermedad' se convirtió en parte de mi identidad, cuando me diagnosticaron linfoma folicular después de un chequeo de rutina. El cáncer no era el regalo de cumpleaños que esperaba, pero el viaje espiritual que estaba a punto de emprender, el cual realmente cambiaría mi vida.

Lourdes siempre ha tenido un lugar especial en mi corazón. Mi madre me dijo que yo era descendiente de Jeanne Abadía, la joven que acompañó a santa Bernadette Soubirous a recoger leña en la Gruta de Massabielle, donde se apareció nuestra Santísima Madre. Visitar el cementerio de Lourdes donde descansa mi tía tatarabuela representó una gran gracia. Y por milagro, allí me encontré el pasado mes de mayo, en el cementerio local, con el monumento de la familia Abadía a un lado y el de la familia Soubirous al otro. Fue un momento especial. Mi hija Michelle, de 16 años —apenas mayor que Bernadette y de la edad de Jeanne en el momento de la aparición de la Santísima Madre— y yo oramos por ambas familias.

El año pasado fui invitada por la Asociación Occidental de la Orden de Malta a su peregrinación anual a Lourdes. Además, Michelle ahora podía acompañarme, lo que no era posible en 2020, cuando tenía 13 años. Los miembros de la Orden me ayudaron durante toda la peregrinación y, gracias a su ayuda, logré ser plenamente receptiva a las gracias de la peregrinación.

Es difícil contar todas las bendiciones que recibí durante la semana que pasé en Lourdes. Mi objetivo principal era visitar la gruta, que es más hermosa de lo que había imaginado. Al tocar la roca mojada, quedé impresionada por el maravilloso evento que allí sucedió. Esta experiencia me conmovió tanto que regresé varias veces durante la peregrinación.

Mi hija y yo también bebimos agua del manantial. Nos lavamos las manos y la cara. Sentí una sensación de purificación y renovación de mi fe, así como un profundo amor y unión con mi única hija.

En Lourdes confesé todo lo que me parecía debía ser sanado y perdonado. Después de mi confesión, visité la Capilla de la Adoración, encendí una vela por mis intenciones y oré mientras recorría el Vía crucis esculpido bellamente en mármol. Posteriormente fui a ver el Vía crucis del exterior, hecho en bronce y en tamaño natural. Fue un viaje de pasión y reflexión.
La Santísima Virgen dijo a santa Bernardita: "No prometo hacerte feliz en este mundo, sino en el otro. ¿Me harías el favor de venir aquí durante quince días?". Millones de peregrinos pronto seguirían los pasos de Bernardita. Aunque saben que no encontrarán la felicidad eterna en esta vida, los momentos de alegría que sienten al estar cerca de nuestra Santísima Madre son una experiencia que nunca olvidarán. Por mi parte, siempre recordaré esos momentos. Son para mí fuente de renovación y de paz, y estaré eternamente agradecida a María.

Janet Russell, 30 de agosto de 2023.

www.ovsnews.com

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