Fui a visitar Croacia en un viaje organizado en septiembre de 2006 con unos amigos. Me fui a pesar de que mi médico no estaba de acuerdo. Efectivamente, una semana antes de mi partida, me había caído en un bosque sobre un enorme tocón de árbol. Me costó mucho levantarme. Una especie de escarola me apareció en la tibia. Me puse cubitos de hielo, pomadas, etc. Tuve que permanecer acostada... Acabé viendo al médico tres días después; quien me aconsejó no volar porque me dijo que necesitaba "de 2 a 3 meses". ¡Tenía toda la pierna negra!
Todos a mi alrededor se preocuparon al verme tomar el avión. Finalmente fui con medias de compresión para protegerme. Sufrí el martirio en el avión y me “arrastré” durante los siguientes dos días. El tercer día paramos en Medjugorje (Bosnia-Herzegovina) cuya historia desconocía. Incapaz de seguir a mis amigos a la iglesia, me senté en un banco donde hay una gran estatua de Cristo resucitado, saliendo de la tumba, y un vía crucis. Un amigo me dejó en el banquillo porque mi dolor era demasiado fuerte.
Vi desfilar a todos para pasar un pañuelo sobre la rodilla de Cristo que supura desde hace años de una forma totalmente inexplicable. Con semejante dolor, seguí a la docena de personas y tomé el pañuelo que tenía en mi bolsillo y lo pasé sobre el Cristo. Volví a sentarme y cada vez con más dolor me decía después de todo «no arriesgo nada». Me pasé el pañuelo sobre la tibia varias veces.
Cuando volvió mi amiga, le dije... los otros fueron a ver la iglesia; por supuesto que no pude llegar hasta allí. Pero en el camino de regreso, en el autobús, comencé a tener menos dolor, mi pierna estaba mucho menos negra. La noche la pasé sin sufrimiento y a la mañana siguiente mi pierna estaba casi blanca! Mis dos amigas que dormían en la misma habitación estaban tan sorprendidas como yo, ¡nunca lo olvidarán!
Monique