Comencé a orar a Nuestra Señora de los Dolores cuando descubrí su poder para cambiar los corazones endurecidos y revelar lo que mantenemos oculto. A veces es inmediato; otras, simplemente espero a que Ella acceda a mis peticiones.
Hoy quiero compartir con ustedes seis formas en las que Nuestra Señora de los Dolores trae gracia, consuelo y fortaleza a mi vida diaria:
- Nuestra Señora de los Dolores me da alegría y me consuela en el sufrimiento. Es difícil de explicar, pero, cuando pido su intercesión, más particularmente a través del Rosario de los Siete Dolores, me siento más fuerte y más capaz de afrontar las dificultades de la vida.
- ¡Nuestra Señora de los Dolores me concede milagros! La primera vez que comencé a practicar la devoción de los Siete Dolores, mi esposo y yo acabábamos de mudarnos a mi ciudad natal. Como allí viví cosas que me dolieron profundamente, mi marido no quería vivir allí. Sintiéndome impotente, me volví a Nuestra Señora de los Dolores y le pedí que pusiera la voluntad del Señor en el corazón de mi marido. En apenas 20 minutos, antes incluso de salir de la capilla, mi marido me llamó y me pidió que fuera a visitar una casa.
- Nuestra Señora de los Dolores me acerca a Jesús. Cuando rezo y medito en los sufrimientos de María, Ella me concede la gracia de amar más a Jesús. Me atrae hacia la Eucaristía, me da el deseo de orar e ir a Misa con la mayor frecuencia posible.
- Nuestra Señora de los Dolores me ayuda en mi vocación de esposa y madre. Me casé hace casi 12 años y tenemos dos hijos. La Virgen María me concede la gracia de la paciencia y la dulzura, cuando siento la necesidad de alzar la voz a mis hijos.
- Nuestra Señora de los Dolores promete acompañar en su trabajo a quienes le son devotos. Es absolutamente cierto: noto la mano de la Virgen en todas las tareas que realizo durante el día.
- La devoción a Nuestra Señora de los Dolores me ayuda a crecer en la virtud, a aspirar a más paciencia, humildad, templanza y bondad.