El 4 de mayo de 1986, Rosario Toscano, nacido en 1971, estaba postrado en cama en su habitación de la casa de sus padres en Catania, Sicilia. De repente, ve una gran luz y escucha una voz femenina que le dice: «Ya has sufrido bastante... Ya es suficiente».
El 1 de marzo de 1987, Nuestra Señora comunica doce secretos al vidente: dos son personales y diez se refieren al futuro del mundo. Como los mensajes de Fátima, establecen una estrecha relación entre la conversión de los corazones y la paz entre los hombres: «Él [el Señor] espera justicia y rectitud de su pueblo, y no derramamiento de sangre y clamor de los oprimidos».
Poco después, María pidió la construcción de una capilla en honor a su «Inmaculado Corazón, Reina de la Paz».
El 11 de mayo de 1990, varios centenares de testigos observaron un fenómeno insólito: una nube en forma de cruz, de un blanco deslumbrante, "iluminada desde dentro", se produjo en el lugar de las apariciones, a la hora precisa en que María se manifestaba a Rosario. El arzobispo de Catania, Mons. Bommarito, dice al respecto: «Debo admitir que una nube en el cielo de Belpasso tomó una forma inexplicable. Pero no quiero expresar una opinión que podría pasar por una declaración oficial. Reconozco la singularidad de la coincidencia entre el momento en que apareció la cruz y la hora en que la Virgen se habría manifestado al joven Toscano».
El 25 de marzo de 1999, durante la guerra de Kosovo, Rosario tiene la aparición número 33: milagrosamente se encuentra en una montaña mirando el mundo desde arriba. Se le aparece la Virgen mostrándole su Inmaculado Corazón, el rosario y una rama de olivo. Le dice: «Ha llegado la hora de pedir al Santo Padre que promueva, con la ayuda de todos los obispos, una consagración de las familias a mi Inmaculado Corazón y, por medio de él, al Sagrado Corazón de Jesús, y también de las parroquias y de todas las diócesis del mundo».
Luego, señalando la rama de olivo: «Este es el signo de la reconciliación y de la unidad: es para todos los hombres que, reconciliados con el Padre por los méritos de Jesucristo, encontrarán la paz de Dios en el vínculo del amor»; luego, María muestra su corazón diciendo: «He aquí el signo del don de sí mismo a Dios: es para todos los hombres, unidos en el sacrificio eucarístico a los sufrimientos de Cristo».
El obispo Bommarito consagró la capilla y la elevó al rango de santuario mariano diocesano, con indulgencia jubilar para sus peregrinos. «Son innumerables los casos de conversiones espontáneas y otras gracias recibidas cada vez más frecuentes, de cuya seriedad no se puede dudar», explica.
Patrick Sbalchiero Adaptado de: www.1000raisonsdecroire.mariedenazareth.com