1 de agosto – San Alfonso María de Ligorio, fundador de los Redentoristas, doctor de la Iglesia, † 1787

Para la Santa Virgen, siempre seremos sus pequeños

iStock/Getty Images Plus/SbytovaMN
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Cuando eras niño y jugabas afuera, te tropezabas, caías y te raspabas la rodilla. Para un niño que aún no ha experimentado mucho dolor físico en su vida, esta lesión es casi insoportable.

Empieza a llorar y corre hacia su madre para que lo consuele. Ella le abre los brazos, lo abraza y le dice que todo estará bien. Ella limpia y cura su herida, y lo envía de vuelta a jugar.

O tal vez recuerdes tus viajes a la tienda con tu mamá, cuando pasabas por delante de algo que te gustaba mucho y te volvías hacia ella para pedírselo. Tomabas su mano y la mirabas a los ojos, pidiéndole esa bicicleta nueva, ese juguete o esa camiseta de moda. Lo haya comprado o no, en el fondo sabías que lo hacía por tu bien. Era tu madre: te conocía mejor que tú mismo.

Deberíamos tener la misma relación con nuestra Santísima Madre María. Al crecer, la relación con nuestros padres terrenales cambia, pero para la Santísima Virgen, siempre seremos sus pequeños. Ella siempre estará allí para protegernos, ofrecernos refugio y guiarnos a su Hijo, Jesucristo.

 

John Hanretty Adaptado de : www.relevantradio.com

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