En 1987 mi madre sufrió un derrame cerebral. Ella tenía 74 años. Los médicos nos dijeron que nos preparáramos. Fui a la capilla de Maroilles, en el norte de Francia, comencé una novena a Nuestra Señora de las Hayas, mientras mis hermanos y hermanas ya habían pedido un ataúd. Por mi parte, les dije que mamá no se iba a morir.
Tres días después del inicio de mi novena, fui con un viejo amigo al hospital a visitar a mi madre: ¡estaba en su cama, con los brazos cruzados sobre el pecho y ya no estaba conectada a ningún dispositivo! Le pregunté a la enfermera qué había pasado. Me respondió: estamos esperando...
Entonces, me acerqué a mamá con una rodilla en el suelo y puse mi mano sobre la de ella. Abrió los ojos de inmediato y me dijo: “¡¿Qué haces aquí?!". No podía creerlo, llamé a la enfermera, la cual a su vez inmediatamente llamó al médico. Esperé con mi viejo amigo en el pasillo.
Después de más de una hora y media, vino a verme el médico y me dijo: muchacho si no eres creyente, ve rápido y enciende una vela, porque tu madre ya está sana. Mamá murió 20 años después, a la edad de 94 años.
Testimonio de René enviado a la Asociación Marie de Nazareth