Veronika es polaca. Quedó paralizada luego de complicaciones a raíz de una cirugía de la espalda cuando tenía 45 años. Su amiga Nathalie da testimonio de ello durante una visita a Lourdes:
«Veronika es mi amiga, una amiga llena de vida, intrépida, alegre, llena de proyectos. Habiendo sufrido de su espalda durante varios años, se sometió a varias operaciones y complicados periodos de recuperación. La última operación fue fatal. Se despertó paralizada, sus dos piernas ya no la sostenían, no sentía nada. Para ella, tan amante del deporte, era una pesadilla. Para su familia también.
Después de un año, todavía no acepta su estado. “Me recuperaré, encontraré un cirujano que pueda operarme. Viviendo en un cuarto piso sin ascensor, rechaza las soluciones que le plantea su marido: vender su apartamento en Cracovia y su casa de campo para buscar un lugar fuera de la ciudad donde pueda vivir en una planta baja. Agotado por un año difícil, su esposo acepta que ella venga a mi casa, en el sur de Francia, por un mes, para hacer una pausa y dejar que su familia respire.
En esta ocasión, espera poder conocer a un cirujano francés que le diga que podrá operarse. Organizo una consulta con por mi cuenta; el veredicto llega: la médula está seccionada, no hay posibilidad de volver a caminar. "Así que solo tengo una oportunidad más, un milagro. ¡Vamos a Lourdes!".
Con otras amigas, salimos temprano en la mañana para Lourdes. Pero, cuando llegamos a las piscinas, están tan llenas que el personal nos niega la entrada. Ante la mirada desesperada de Veronika, la voluntaria a cargo de la recepción acepta que sea la última antes de cerrar. ¡Yo la acompaño!
Al final de este momento de fe y abandono, la emoción es tan intensa que los cuatro estamos llorando, porque algo ha pasado en el corazón de Veronika. Llevada, como el inválido de Cafarnaúm, por cuatro amigas a Lourdes, recibió de María la gracia de aceptar esta enfermedad. Su corazón abierto recibió la fuerza para aceptar esta nueva vida, para emprender nuevos proyectos, sostenida por el amor de su esposo y de sus hijos.
Cuando Veronika regresó a Cracovia, su madre que tanto había orado por ella, al verla llegar al aeropuerto, vio de inmediato que algo había pasado. Ella me lo confirmó un poco más tarde: “en Lourdes, María sanó el corazón de mi hija”».
Nathalie, amiga de Veronika, miembro del Réseau Mondial