Hoy viernes, día de los misterios dolorosos, meditemos el tercer misterio doloroso: la coronación de espinas, cuyo fruto es la mortificación de nuestros pensamientos y de nuestro espíritu.
“Los soldados tejieron una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza” (Jn 19, 2).
No hay término medio: si queremos servir a Jesús, el mundo nos perseguirá. No nos acobardemos ante el enemigo, mostrémonos verdaderos discípulos de un Dios pobre y humilde, que sufre por amor a nosotros. Sufrir con Jesús y para Jesús, ¡ya es el paraíso! ¿Quién dirá con qué humildad, con qué amor Jesús se sometió?
Para consolar a su divino Corazón de la rebelión de la gran multitud de los hombres, obedezcamos a los que la Providencia ha puesto por encima de nosotros, sean nuestros enemigos o nuestros perseguidores. Si él, el inocente, calló, ¿cómo nos atreveríamos a quejarnos los pecadores? ¡Soportando con paciencia los reproches o las dificultades, nuestro silencio glorificará al Corazón divino! ¡Así nos tejeremos una rica corona para el Cielo!
Meditación propuesta por la Guardia de Honor del Sagrado Corazón
La Guardia de Honor del Sagrado Corazón de Jesús es una devoción de la Iglesia Católica instituida por Sor María del Sagrado Corazón Bernaud, en la Abadía de la Visitación de Bourg-en-Bresse (Francia), en marzo de 1863. La “Hora de guardia” consiste en elegir una hora y ofrecerla todos los días al Corazón de Jesús, uniendo la ofrenda de nuestra vida cotidiana a la ofrenda de la sangre y agua brotadas de la herida del Corazón de Jesús.