Vivo en una de las principales islas de Japón.
Después de la Navidad de 2018, visité a una religiosa japonesa. Hablamos de las pequeñas cosas de la vida. En esa conversación me dio a conocer la novena a María Desatanudos. Quizás los nudos de mi suéter de punto, que yo misma había tejido, le recordaron esa devoción.
Me dijo que los “nudos” significaban dificultades y problemas complicados en nuestra vida y que podíamos pedirle a nuestra Madre María que los desatara. Entonces tuve la intuición de que esta oración podía aplicarse muy bien a la vida conyugal.
Leí un poco más tarde un artículo sobre esta devoción en una publicación mensual de los Salesianos, “Katorikku Seikatsu” (Vida Católica), de agosto de 2013 y me vino como anillo al dedo. Esta devoción había salvado a una pareja del divorcio.
En mi pasado, había amado a un hombre casado. Era un amor verdadero, pero admito que trajo a la pareja serias dificultades. Y sigue siendo mi cruz, pero logro orar con todo mi corazón por el bien de este hombre y de su esposa, porque, si yo soy la causa de los nudos en sus vidas, ruego a nuestra Madre María que me deshaga de mi egoísmo.
Obviamente, reconozco que esto requiere un sacrificio de mi parte, pero estoy segura de que nuestra Madre nunca abandona a sus hijos y que ella me ayudará a permanecer en este camino. Sus manos trabajan sin cesar, movidas por el amor divino y la infinita misericordia del Señor. Al recitar esta oración a María Desatanudos, recibo un profundo consuelo: el de una hija que está cerca de su Madre.
Testimonio tomado del blog “Cheminons avec Marie qui défait les nœuds” (Caminemos con María Desatanudos)