Un día, durante el rezo del Rosario en familia, el pequeño Marcel Van(1), siempre junto a su madre, no parecía muy tranquilo. De pronto alzó la voz y dijo en tono de queja: "Mamá, cambia de oración. ¡Esa es muy aburrida! ¡Siempre repites la misma!”. Luego se le animó a orar hasta el final.
Entonces, su madre le hizo comprender que el rezo del Rosario, lejos de aburrir, es una alabanza muy agradable dirigida a la Santísima Virgen y que le da mucha alegría a ella y a su Hijo Jesús. Entonces, desde ese momento, Van no solo ya no pidió cambiar la oración, sino que aprovechó cada oportunidad para ofrecer a la Santísima Virgen esta hermosa alabanza que es el rezo del Rosario.
Su madre lo inició entonces en la meditación de los misterios del Rosario. Esta oración se convirtió para él en una fuente de fortaleza para su vida llena de sufrimientos y difíciles pruebas.
(1) Marcel Van (1928-1959) es un religioso vietnamita redentorista. Deseando convertirse en sacerdote, muy joven sigue una educación en casa de un párroco donde sufrió hambre y malos tratos. Murió en una cárcel bajo el comunismo.
Memorias de sor Anne-Marie, extracto del Bulletin des Amis de Van (Boletín de los amigos de Van), octubre de 2021.
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