Hace algunos meses, un muy buen amigo me habló de una peregrinación que hizo a Medjugorje (Bosnia y Herzegovina) y me pareció interesante. Lo comento en mi entorno y muchos de mis amigos me hablan de las gracias de este lugar, pero sigo siendo escéptico: Medjugorje no está reconocido oficialmente por Roma.
En enero de 2003, recibí un correo electrónico de un amigo que me ofrecía un viaje a Medjugorje. En el fondo de mi corazón me moría de ganas de ir allí por curiosidad y, por qué no, para recibir un poco de gracia. También quería comprobar si los "rumores" sobre Medjugorje eran ciertos. Un poco como santo Tomás, quería salir de dudas.
No les cuento todo el viaje, pues se aburrirían. Nuestro sacerdote guía nos preparó para esta peregrinación durante toda la primera parte turística del viaje y fue muy provechoso para mí. Cuando llegamos, alcanzamos la Misa en francés y la primera gracia de María cayó sobre mí: cuando entré en la iglesia le dije a nuestra Madre: "ya está, estoy en Medjugorje, te confío esta peregrinación" y en el momento de la comunión me derrumbé, lloré y ya no pude controlarme, en fin, ya no supe quién era.
¡Hacía mucho tiempo que no me confesaba! Y después de mi confesión, fui a Misa a las 6 p. m. Y allí, en el momento de la consagración, ¡la misma cosa! María había irrumpido por segunda vez: el mismo escenario, no había forma de controlarme... De nuevo, mi orgullo fue sacudido en el acto. Fue muy duro; pero, mirando hacia atrás, ¡qué momento de alegría!
Si tú también tienes dudas o temores sobre Medjugorje, te aseguro que son injustificados. Adelante, ¡déjate llevar y guiar por la “Gospa”!