Estuve bajo tratamiento durante mucho tiempo debido a una enfermedad del corazón. Las molestias se hicieron cada vez más frecuentes y dolorosas. Hace unas tres semanas tuve un malestar muy violento que me hizo decir, “no necesito un médico, sino un sacerdote”. Sentí que me iba al otro mundo. Vino un padre y me administró la Unción de los enfermos. Al día siguiente me sentí mejor, volví a la vida.
Días después, tenía una cita en el hospital con mi cardiólogo. La noche anterior pasé toda la noche con la Virgen María y mi rosario. Cuando me desperté, me sentía bien. En la mañana recibí de uno de mis amigos un SMS con el texto del canto a María: “Mira la estrella, invoca a María. Si la sigues, no temas a nada”.
Durante la consulta, el médico quedó perplejo. Los exámenes no indicaban nada alarmante. Tomó la decisión de retirar un medicamento. Desde entonces, mi salud ha mejorado. Estoy empezando a llevar otra vez una vida normal.
¡María estaba en el consultorio del médico para inspirarle que eliminara ese medicamento que se había convertido en un veneno para mí! María está conmigo desde hace muchos años, más bien, desde siempre: me ha acompañado durante los acontecimientos alegres y dolorosos de mi vida (que no han faltado).
Gracias, María, por ser mi madre.
Testimonio enviado a la Asociación Marie de Nazareth, el 2 de marzo de 2022, por M. H., quien vive en Orleáns, Francia.