Psicológicamente, estar en medio de una gran multitud de personas con las mismas creencias refuerza la identidad social de nuestra fe, al igual que ver a los peregrinos enfermos tratados con dignidad, honor y respeto.
Muchas familias, amigos, consejeros espirituales y voluntarios de organizaciones católicas internacionales, como la Orden de Malta, acompañan a los visitantes que están demasiado enfermos para viajar solos. El trabajo físico de cuidar a los enfermos transforma espiritualmente a las personas. He visitado Lourdes varias veces, como ayudante y como capellán, y he oído muchas confesiones allí. Sé que muchos de los que dan su tiempo para ayudar, incluidas las personas que no son religiosas o tampoco cristianas, regresan a casa con un sentimiento más profundo de gratitud por su propia salud y una fe más fuerte.
Durante dos meses, en 2020, el Santuario de Lourdes cerró por primera vez en su historia debido a la pandemia. Desde entonces, la conexión por internet a la gruta ha atraído a un público aún más grande. Su canal de YouTube y otros medios de comunicación social son los equivalentes virtuales del siglo XXI de réplicas de grutas construidas en iglesias, escuelas, hospitales y hogares en todo el mundo.
Es probable que los escépticos sigan cuestionando las afirmaciones de curaciones milagrosas y apariciones de la Virgen María. Para millones, sin embargo, Lourdes sin duda seguirá siendo un símbolo importante de consuelo y cuidado, y un sinónimo de sanación y esperanza.