Hoy la Iglesia honra a un gran campeón y promotor de la reunificación de la Iglesia griega con Roma: san Josafat Kuncewicz, nacido alrededor de 1580 y originario de Volinia, al noroeste de Ucrania.
Contemporáneo de Francisco de Sales y Vicente de Paul, parece un monje griego del siglo XI, penitente a la manera de un asceta de la Tebaida (1). Sacerdote, archimandrita, reformador de su orden basiliana y finalmente arzobispo de Polotsk (actual Bielorrusia), luchó toda su vida contra las consecuencias del cisma de Focio (2).
En estas circunstancias, trabajó con incansable celo por la reunificación de las iglesias. Fue un gran amigo de los pobres. Los enemigos de la reunión de las dos Iglesias resolvieron condenarlo a muerte. Él mismo predice en un sermón su muerte inminente. San Josafat había venido, durante un viaje pastoral, a Vitebsk (Polonia), sus enemigos atacaron inesperadamente su casa y comenzaron a masacrar a la gente de su séquito.
Se apresuró a encontrarse con ellos y les dijo: “Hijos míos, ¿qué están haciendo? ¿Por qué matan a mis amigos? Si es a mí a quien buscan, ¡aquí estoy! Entonces, se abalanzaron sobre él, lo hirieron y finalmente lo mataron con una espada el 12 de noviembre de 1623. Tenía 43 años (según el P. Pius Parsch).
No dejemos de confiar la aspiración a la plena unidad de los cristianos a la Madre de Cristo, siempre presente en la acción del Señor y de su Iglesia. Si, por el Espíritu Santo, María dio a luz al Hijo de Dios —de quien él recibió su cuerpo humano—, María desea ardientemente la unidad visible de todos los creyentes, que forman el Cuerpo místico de Cristo. La devoción a María, que une tan estrechamente Oriente y Occidente, trabajará, estemos seguros, en favor de esa unidad.
Adaptado de: https://www.medaille-miraculeuse.fr/billet/st-josaphat-une-memoire-confiee-a-marie.html
(1) Tebaida era una región al sur del Egipto antiguo. El nombre proviene de su capital Tebas.
(2) Este sisma político-religioso afecta al patriarcado de Constantinopla, pero será la causa indirecta del cisma de 1054, que separará a la Iglesia de Oriente de la Iglesia de Occidente.