28 mayo - Beatificación de Catalina Labouré por Pío XI (1933)

Las pequeñas cuentas del Rosario abren grandes ríos

Ayer lunes 8 de marzo. 3:00 p.m. Sol campestre que empieza a calentar en invierno. Mi suegro fue enterrado. Murió el 3 de marzo a la edad de 92 años como consecuencia del covid. Su devoción a María fue ejemplar: rezo diario del Rosario, generalmente viendo KTO1 a las 3:30 p.m. para unirse al santuario de Lourdes. Le encantaba ese lugar al que mi esposa lo había llevado varias veces para la peregrinación del Rosario en octubre.

Por supuesto, su relación con María me interpela. ¿Qué le habrá confiado en sus últimos días? Seguramente su angustia, su tristeza al saber que iba a dejar este mundo. Seguramente también una petición de tener la fuerza para afrontar el gran paso. Su Rosario era uno de los pocos artículos que tenía con él en el hospital. Como una boya, un trozo de madera de una balsa, un punto de referencia indestructible.

También a mí me gusta rezar el Rosario durante el día mientras conduzco. También cuando estoy en el metro. Se lo ofrezco a María por todas las personas que van en el tren, todos los extraños que probablemente no conocen a María. Oro para que los corazones se abran, para que la luz traspase sus almas. No lo hago con la regularidad de mi suegro, pero me sienta bien llevar el rosario conmigo. Me gusta caminar por la calle sosteniéndolo en mi mano. Desde que visité Beirut en 2019, he colgado uno en la visera de mi automóvil como lo hacen los cristianos allí.

Reconozco que, en mi vida, el rosario ha sido más un objeto de oración en tiempos de dificultad o de tormenta. Es una pena, como si mi relación con Dios tuviera una intensidad variable según la gravedad de mis problemas. ¡Pido perdón a María por esta actitud tan interesada!

A una persona que criticaba el rezo del Rosario por ser demasiado mecánico, el fundador del Opus Dei, san José María Escrivá, le respondió: "Cuando un enamorado canta a menudo y de memoria la letra de un canto a su novia, ¿quién se atrevería a decirle que está haciendo algo mecánico?”.

¿No serán acaso estas decenas y decenas de avemarías la pobre oración de un hombre necesitado, incapaz de encontrar las palabras para un diálogo más fructífero con Dios? Más bien, son la oración de un niño que repite su amor a María para estar seguro de ser comprendido

1 Canal católico de televisión en francés

François Morinière, directivo de empresa, es presidente de “Entretiens de Valpré” (Entrevistas de Valpré), autor del libro Et le Ciel devient familier (Y el cielo se volvió familiar)

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