La noche del 18 de febrero de 2021, después de casi siete meses de viaje por el espacio, la nave espacial Perseverance de la NASA aterrizó sin problemas en Marte. Había sido enviada en julio de 2020 para buscar rastros de vida en el Planeta Rojo, del cual envió rápidamente algunas imágenes.
Lo que es menos conocido, sin embargo, es que Perseverance llevaba a la Virgen María (con un fuerte acento español) a bordo. Esto fue posible gracias a que la NASA ofreció llevar el nombre de quien así lo quisiera a bordo del rover y dejar así un rastro de su existencia en el planeta. Para ello bastaba registrarse en línea. Un total de 10.9 millones de nombres se registraron antes de ser grabados en tres chips del tamaño de una uña. Luego, estos se instalaron en una placa conmemorativa que se adjuntó al mástil del Perseverance. Cada persona o entidad registrada tenía derecho a un pase de abordar a su nombre.
Francisco Fernández, sargento de la Fuerza Aérea destacado en Barcelona, España, tuvo la idea de inscribir a Nuestra Señora de Flores, patrona de la ciudad de Álora (Andalucía), a quien le tiene mucho cariño. La devoción a esta Virgen se remonta al siglo XV. Así, Nuestra Señora pudo partir al Planeta Rojo. La iniciativa fue celebrada por Álvaro Fernández García-Gordillo, titular de la cofradía de Nuestra Señora de Flores: “Es bastante normal que los santos patronos salgan de sus pueblos, se trasladen y crucen fronteras. Siempre es un orgullo que Nuestra Señora de Flores se vaya de la ciudad; pero el hecho de que se vaya a Marte es algo único, nunca lo hubiéramos pensado o imaginado”.