Diego Armando Maradona, leyenda del fútbol nacido en Argentina, murió a causa de un infarto el 25 de noviembre de 2020. Sabemos que siempre fue fiel a su patria y al fútbol, pero poco se sabe que fue un hombre que cumplía sus promesas, incluso las más alejadas de su carácter imprevisible y cambiante.
El niño de los pies bendecidos y con la cabeza llena de sueños de gloria, Diego Maradona aterrizó en Nápoles en los años ochenta. Él valía mucho y lo sabía. Todos los domingos, los napolitanos iban al estadio a admirar sus grandes cualidades deportivas. Sin embargo, el 26 de marzo de 1989, escapó de su país anfitrión para cumplir una promesa hecha a su esposa Claudia. "El Pibe de Oro" (el niño de oro) había prometido acudir al santuario de Lourdes para agradecer a la Santísima Virgen por el nacimiento de su hija, a quien le darían el nombre de Dalma-Lourdes.
El mundo entero también lo vio persignarse y arrodillarse sobre el césped en los estadios. pues en el fondo alimentaba una fe sincera y gran devoción a la Virgen María, muy querida en América Latina, y no dudaba en expresarlo. Cuando llegó a Lourdes, toda la multitud se apresuró a saludarlo, hasta el punto de impedirle que se acercara a la gruta. Solo su esposa embarazada y su hija lograron entrar a rezar al lugar, mientras Diego, decepcionado, se quedaba al otro lado de la ribera. Sin embargo, cuando partió para el aeropuerto llevaba consigo dos bidones con agua de la gruta.
Adaptado de: Aleluia