El gran emperador Carlomagno, fallecido en el 814, fue consagrado en la basílica de Aquisgrán (Alemania), la cual quiso dedicar a la Madre de Dios. Recogió con gran devoción la reliquia del cinturón de la Santísima Virgen que le regaló la Emperatriz de Constantinopla (hoy Estambul, Turquía) y llevó toda su vida la imagen de María colgada al cuello con una cadena de oro. Ya avanzado de edad, pidió ser enterrado con una estatua de la Virgen sobre su corazón.
Tras su muerte, el Concilio de Maguncia (Alemania) instituyó en todo el Imperio Franco la festividad de la Asunción. El Imperio de Carlomagno marcó el fin del feudalismo y el comienzo de la unificación de Europa, que nació al mismo tiempo que la Cristiandad, bajo la protección de la Madre de Dios.
En el 778, Carlomagno, cansado de la tenaz resistencia del sarraceno Lord Mirat en la ciudadela de Mirambel (la actual ciudadela de Lourdes), se preparaba para darse por vencido y levantar el asedio cuando su acompañante, el obispo de Puy-en Velay (sur de Francia), tuvo una inspiración y se le autorizó a ir a hablar con los sitiados. Le propuso a Mirat rendirse, no al soberano, sino a la Reina del Cielo.
La propuesta agradó al cacique moro que depuso las armas a los pies de la Virgen Negra del Puy y fue bautizado. El día de su bautismo, Mirat tomó el nombre de Lorus que, trasmitido a la ciudad, pasó a ser Lourdes. Todo esto sucedió 1000 años antes de Bernadette
Síntesis de Françoise Breynaert
Marie de Nazareth