Fue Jesús quien entregó su discípulo a su Madre: "He ahí a tu Hijo"; y la Madre a su discípulo: "Ahí tienes a tu Madre" (Jn 19,26-27). El Verbo Encarnado y Redentor, con su palabra todopoderosa, creó una nueva relación entre María y el discípulo, una relación de amor en el don recíproco de sí mismo. San Luis María Grignion de Montfort lo dice de manera espléndida, citando siempre el mismo texto del Evangelio en latín:
"La Santísima Virgen, que es madre de mansedumbre y misericordia, y que nunca se deja vencer en el amor y en generosidad, viendo que nos entregamos enteramente a Ella para venerarla y servirla, despojándose de lo más querido que tenemos para agasajarla, también se entrega íntegramente y de manera inefable a quien lo da todo. Ella lo hace sumergirse en el abismo de sus gracias, lo adorna con sus méritos, lo sostiene con su poder, lo ilumina con su luz, lo enciende con su amor, le comunica sus virtudes. Su humildad, su fe, su pureza, etc., se ofrecen en garantía, en suplemento y en su todo a Jesús. Finalmente, como esta persona consagrada es toda para María, María también es todo para ella. (…)”.
Padre François-Marie Léthel, OCD, secretario de la Academia Pontificia de Teología. Tomado de su reflexión dada en Rocamadour, el 13 de agosto de 2014, sobre “Le totus tuus christocentrique et marial de Jean-Paul II et de saint Louis-Marie Grignion de Montfort” (El Totus tuus cristocéntrico de Juan Pablo II y de san Luis María Grignion de Montfort).
Zenit.org, 12 de septiembre de 2014.