11 septiembre – Venezuela: Nuestra Señora de Coromoto

El hilo que nos une estrechamente con el Cielo

El Evangelio nos recuerda que debemos hacernos pequeños, volver a ser niños.
Las Apóstoles del Sagrado Corazón de Jesús, en Avezzano (centro de Italia), tuvieron una idea infantil, en el mejor sentido de la palabra.

Si hay algo que les encanta a los niños, son los globos..., probablemente porque los hacen sentir como si una simple cuerda los uniera al cielo. Estas religiosas de los Abruzos hicieron un rosario gigante con globos y los lanzaron al aire sobre el techo de su iglesia, como informa Terre Marsicane, un medio local:

Desde todos los rincones de la ciudad de Avezzano, se podía ver el rosario gigante hecho de 70 globos de colores. Sesenta globos azules formaban las cuentas principales y otros diez formaban la cruz y las cuentas del padrenuestro, con una longitud total de 21 metros. (...) Según sor Carla Venditti, “Los habitantes y nuestros vecinos nos dijeron que durante los días de confinamiento necesitaban un signo de esperanza”.

Durante la cuarentena, las montañas son inaccesibles, ¡pero los techos no!

Sin embargo, “el rosario en los tejados de Avezzano no es solo un signo o gesto de una simple petición de ayuda —explica sor Carla a Terre Marsicane—, es sobre todo una invitación a estar unidos en el Señor. Transmitimos el rezo del Rosario todos los días por Facebook a cientos de personas (...) no solo de la ciudad, sino también de otras partes de Italia y del mundo, y rezan con nosotros a través de esta importante red social. También transmitimos la adoración y la Misa desde nuestro instituto principal en Roma”, dijo finalmente.

La hermana Carla es muy conocida en los Abruzos por su lucha contra la prostitución en las calles. Hoy, su misión la devuelve a los muros del convento. Ella es una prueba de cómo, incluso si permaneces encerrado, puedes llegar muy lejos. La oración es el hilo que nos une firmemente con el Cielo y el rosario, en el que repetimos pacientemente el avemaría, es como un cordón umbilical con el que nuestra Madre celestial nos mantiene vivos aquí abajo y en este momento.

Adaptado de Aleteia

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