El homenaje del papa Benedicto XVI a la Patrona de Baviera

Hoy me gustaría recordar los diversos momentos del viaje pastoral que el Señor me permitió hacer en septiembre de 2006 a Baviera. Al compartir con ustedes las emociones y sentimientos experimentados al volver a los lugares que me son tan queridos, en primer lugar, siento la necesidad de agradecerle a Dios por hacer posible esta segunda visita a Alemania y por primera vez a Baviera, mi tierra natal. (...)

La primera parada fue en la ciudad de Múnich, llamada "la metrópolis con corazón" (Weltstadt mit Herz). En su centro histórico, se encuentra Marienplatz, la plaza de María, donde está la "Mariensäule", la Columna de la Virgen, que tiene en su cima una estatua de la Virgen María en bronce dorado.

Quería comenzar mi estancia bávara con el homenaje a la Patrona de Baviera, que tiene un gran significado para mí: allí, en esa plaza y frente a esa imagen mariana, hace unos treinta años, fui recibido como arzobispo y comencé mi misión episcopal con una oración a María; fue allí adonde regresé, al final de mi mandato, antes de partir para Roma. Esta vez quería detenerme nuevamente al pie de Mariensäule para implorar la intercesión y la bendición de la Madre de Dios no solo para la ciudad de Múnich y Baviera, sino para toda la Iglesia y para el mundo entero.

Papa Benedicto XVI, Audiencia General del 20 de septiembre de 2006.