El cinturón de la Madre de Dios que se encontró, no se sabe cómo, en el obispado de Zela, cerca de Amasée en Helenoponte —hoy Turquía—, fue transferido a Constantinopla durante el reinado de Justiniano, cerca del 530, y depositado en la Iglesia de Chalcoprateia, que se encuentra no lejos de la iglesia de Santa Sofía.
Ese día se celebraba ahí la consagración de la iglesia y de las dos insignias de las reliquias que contenía: el cinturón sagrado y los pañales de nuestro Señor. Muchos años después, cerca del 888, Zoé, esposa del emperador León VI el Sabio, que se encontraba gravemente enferma por instigación de un espíritu maligno, recibió la revelación de que obtendría su curación si le imponían el cinturón de la Madre de Dios.
El emperador inmediatamente rompió los sellos del relicario (soros) que contenía la reliquia y el cinturón sagrado fue descubierto con admiración, tan nuevo y brillante como si hubiera sido tejido el día anterior. Junto a él se encontró un documento que indicaba exactamente cuándo fue llevado a Constantinopla y cómo el mismo emperador lo había colocado en el relicario que había sellado con sus propias manos. El emperador León besó con reverencia la reliquia y se la entregó al Patriarca y, tan pronto como el prelado colocó el cinturón sobre la cabeza de la Emperatriz, esta quedó libre de su enfermedad. Todos dieron gloria a Cristo Salvador y a su Santísima Madre, y la Reliquia fue reintegrada al relicario, después de que la agradecida Emperatriz la bordara con hilos de oro.
Tomado del Sinasario de Constantinopla. Relato confirmado por el Menologio Imperial (siglo X).