“¡Tengo 50 años y esta es la primera vez que veo algo así!”. Marie-Joëlle tiene dificultades para ocultar su sorpresa cuando un sacerdote llega a interrumpir su sesión de bronceado en una de las playas de Mourillon, en Tolón, al sur de Francia. En el mes de agosto, los sacerdotes de la parroquia de San Francisco de Paúle en Tolón, acompañados por jóvenes católicos de la comunidad de los Misioneros de la Misericordia, recorren la playa de Mourillon.
Desde hace 15 años, los Misioneros de la Misericordia de la ciudad se acercan a los tolonoses y a los vacacionistas. Responden al llamado del papa Francisco, quien, en la Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia, en 2016, pidió a los jóvenes que "abandonen el sofá" y se pongan los zapatos para "ir al encuentro del otro".
Pasada la sorpresa, la discusión se entabla regularmente entre católicos y bañistas. Marie-Joëlle, por ejemplo, una creyente que no practica, habla de las dificultades de su hijo para encontrar una empresa para trabajar. El padre Vincent se dispone a rezar en medio de la playa para que "Anthony pueda tener éxito en sus estudios y encontrar un empleo".
Otro encuentro, esta vez a la sombra de las palmeras y sobre el césped de Mourillon: el padre Vincent, junto con Quitterie y Pierre, dos jóvenes católicos que lo acompañan, se acercan a una pareja tendida sobre una estera. Mohamed y Fátima son marroquíes y están de vacaciones en Tolón. Inmediatamente precisan que son musulmanes. La discusión comienza, especialmente, en torno al papel de los sacerdotes en la religión católica.
Mohamed está encantado: "Esta es una oportunidad para hablar sobre temas religiosos. Siempre es interesante. Todo se hace con respeto y estima”. Para concluir su intercambio, el padre Vincent ofrece a la pareja marroquí una imagen de la Virgen María. En el reverso, las palabras "Dios te salve María...", una oración que católicos y musulmanes recitarán juntos.