En su homilía del 1 de enero de 2019, en la solemnidad de Santa María, Madre de Dios, el papa Francisco evocó el papel de nuestra Madre María:
“En la vida desordenada de hoy, donde corremos el riesgo de perder el camino, el abrazo de la Madre es esencial”, dice el sucesor de Pedro, haciéndose eco del sufrimiento contemporáneo.
“Hay tanta dispersión y soledad en todas partes: el mundo está totalmente conectado, pero parece estar cada vez más desunido. Necesitamos confiarnos a la Madre. En las Escrituras, Ella asume muchas situaciones concretas y está presente donde se la necesita: acude a su prima Isabel, ayuda a los esposos en Caná, alienta a los discípulos en el Cenáculo...”, señala el papa Francisco.
Así, María se convierte en “un remedio para la soledad y la descomposición”. Ella es “la Madre del consuelo, la que consuela”, etimológicamente “para estar con el que está solo" en latín.
"Dejémonos, pues, tomar de la mano. (...) Cuántos niños hoy, yendo por cuenta propia, pierden la dirección, se creen fuertes y se desvían, de libres se convierten en esclavos. ¡Cuántos, olvidados del afecto materno, viven enojados e indiferentes a todo! ¡Cuántos, desafortunadamente, reaccionan frente a todo y a todos con odio y malicia!", se lamenta el papa. "¡Dios no prescindió de su Madre!".