La Sagrada Familia fue una verdadera comunidad misionera que asumió la labor misionera del Hijo. De hecho, la misión de Jesucristo se convirtió en la vocación de María y José, quienes pusieron su libertad a disposición de su Hijo.
Estos dos santos, unidos por el respeto y el amor en una comunión pura y fecunda, emprendieron el camino de la vida con Cristo y para Cristo. Con Él y para Él fueron de Nazaret (el jardín) a Belén (ciudad del pan), de Belén a Egipto, de Egipto a Nazaret: llevaron a Cristo por los caminos del mundo y fueron los primeros colaboradores de la Redención.
Esta Sagrada Familia era el Arca de la Alianza llevada al éxodo de la vida y era "una escuela del Evangelio, donde uno aprende a observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en el significado profundo y misterioso de esta manifestación del Hijo de Dios tan simple, humilde y hermosa" (Pablo VI, Discurso en Nazaret, 5 de enero de 1964), con miras a llevarlo más tarde al mundo como misioneros de paz.
Monseñor Francesco Follo: Observador permanente de la Santa Sede ante la UNESCO, en París. Meditación en la festividad de María Madre de Dios, en la Jornada Mundial de la Paz, 2019