El hermano Luis-Claudio, marista, pasó 46 años en China, donde fue director de colegio y animador de la Legión de María. Profesó un gran amor por la Santísima Virgen, un amor que supo comunicar a sus alumnos, muchos de los cuales fueron arrestados y ejecutados como miembros de la Legión de María... Al igual que el beato Marcelino Champagnat, llevó a los niños hacia Jesús a través de María. Escuchemos sus palabras:
"En 1950, pasé varios meses solo en una prisión comunista, sin jamás haber sido acusado de nada. El jefe de policía, mientras inspeccionaba la prisión con sus guardias, entró en la mía. Siempre mantuve reserva y exigí la libertad de religión que garantiza la constitución.
El jefe se acercó y me dijo:
—Tengo algo que decirte, escucha... Ayer, mientras inspeccionaba a las familias de mi vecindario, me encontré con una madre que lloraba frente a su bebé moribundo de dos años... Mientras tanto mis hombres revisaban todo en el departamento del marido. Le dije a la madre angustiada: "Ve a buscarme un poco de agua, quiero curar a tu hijo". Desconfiada, regresó con una taza de agua. Primero tiré la mitad, luego derramé el resto sobre la cabeza del moribundo, diciendo: “Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.
—¿Por qué hiciste eso? —le pregunté sorprendido.
—Aprendí a hacerlo en el colegio y a mí, como pagano, esto siempre me impresionó, me refiero a la facilidad con que enviamos a los niños al cielo.
—¿Lo has hecho a menudo?
—Solo dos veces.
—¿Y cómo es que eres comunista?
—Si quieres vivir y mantener a tu familia, tienes que estar con los amos, pero odio su forma de pensar, juzgar, enseñar, actuar. No se lo digas a nadie.
—Te lo garantizo. Rezaré por ti y por los tuyos, y que la Santísima Virgen te proteja..."
Florilegio mariano, 1975