En Viena, Austria, en el año 1920, un anciano moribundo responde al padre Peter, el sacerdote que le ofrece los últimos sacramentos: “¡Le digo que no!”. El anciano ya había echado a otros sacerdotes que iban a visitarlo, ¡maldiciéndolos!
Entonces, el padre Peter se sienta en un rincón de la sala y comienza a rezar el Rosario, pensando en las palabras de san Clemente Hafbauer, el apóstol de Viena: "Cuando voy donde una persona moribunda, rezo mi Rosario y nunca es en vano. Ninguno ha muerto sin los últimos sacramentos”.
Una vez más, el sacerdote se acerca al hombre moribundo que está cerca del final; pero el moribundo, reuniendo sus última fuerzas, se levanta y grita: "En el triple nombre de Satanás, ¡no!".
Sin perder la paciencia, el padre Peter retoma su Rosario y se dirige, suplicante, a la Madre de Dios: "En nuestra iglesia ponemos muchos exvotos que dicen cómo María siempre nos ayuda. Si dejas que este pobre pecador se vaya a la eternidad sin los últimos sacramentos, pondré un exvoto diciendo que María no me respondió”.
Luego se acerca al moribundo por última vez, presentándole un crucifijo y diciéndole: “¿Sabes quién dio su vida por los hombres?”. Hay un momento de silencio, luego el moribundo responde: "¡Nuestro Señor Jesucristo!". Y, milagrosamente, el hombre besa la cruz con gran fervor varias veces y pide el santo viático, antes de expirar en paz. En reconocimiento, el padre Peter mandó colocar un ex voto en su iglesia con esta inscripción: "María siempre cumple".
Karl Maria Harrer (1926-2013), sacerdote y escritor alemán.
Extracto de Die schönsten Mariengeschichten