Creado en 1997, el Carmelo de María Virgen Misionera evangeliza tanto por la oración como por el apostolado.
“Contemplativa, María es también la primera misionera de la Iglesia, la estrella de la nueva evangelización. A partir de la Visitación, ella lleva literalmente a Jesús a su prima Isabel”, explica el padre fundador. En la vida cotidiana y desde su creación, el Carmelo de María Virgen Misionera vive en esta doble actitud de la Madre de Cristo.
El padre María-Van, prior actual, tuvo junto con el padre Marie-Michel la idea de esta nueva comunidad mixta, la cual cuenta ahora con seis religiosas y dos religiosos, y celebró su vigésimo aniversario en 2017. Ubicada en el corazón de La Drôme desde 1999, a 800 metros sobre el nivel del mar en un entorno natural preservado, esta comunidad con un carisma único está arraigada en la tradición y regla del Carmelo, “conforme al espíritu de santa Teresita y de Marcel Van”, dice el padre María-Van.
Los hombres y mujeres de la comunidad viven así una vida en común semieremítica y misionera. “Nuestra vida diaria se basa en la Liturgia de las Horas, la celebración de la Eucaristía, el rezo diario del Rosario y la oración”, explica el sacerdote. “Modestamente, en nuestra oración diaria, ofrecemos el mundo a Dios”. Una forma oculta de vivir la pasión por la misión compartida por todos los miembros de la comunidad.