27 septiembre – España, Toledo: Nuestra Señora del Alcázar - Luxemburgo toma a María como patrona (1666)

Una síntesis elocuente de la espiritualidad mariana

El signo del escapulario es una síntesis elocuente de la espiritualidad mariana que alimenta la devoción de los creyentes, haciéndolos sensibles a la presencia amorosa de la Virgen María en sus vidas. El escapulario es esencialmente un “hábito”. El que lo recibe es integrado o asociado de una manera más o menos íntima, a la orden del Carmelo, dedicada al servicio de la Virgen para el bien de toda la Iglesia. (...)

Las verdades evocadas bajo el signo del escapulario son dos: por un lado, la protección permanente de la Santísima Virgen, no solo en el camino de la vida, sino también en el momento del paso a la plenitud de la Gloria eterna. Por otro lado, la conciencia de que la devoción a Ella no puede limitarse a oraciones y actos en su honor, en ciertas circunstancias, sino que debe constituir un “hábito”, es decir, una orientación permanente de la propia conducta cristiana, tejida con oración y vida interior, a través de la recepción frecuente de los sacramentos y el ejercicio concreto de las obras de misericordia espirituales y corporales.

De esta manera, el escapulario se convierte en un signo de “alianza” y de comunión recíproca entre María y los fieles. De hecho, expresa concretamente el acto por el cual Jesús confió a su madre a Juan en la cruz, y por medio de él a todos nosotros (...).

San Juan Pablo II: Extracto de su Mensaje a la Orden del Carmelo (25 marzo 2001) 

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