En Caná, en las bodas de aquella época, se invitaba a mucha gente. Por eso estaban presentes Jesús y María, y también los discípulos a quienes Jesús había llamado unos días antes; uno de ellos era del pueblo de Caná. (...) La presencia de Jesús, el Hijo de Dios y María, en una boda humana me parece de gran importancia. (...)
María actúa en esta boda tal como sigue haciéndolo con nosotros, sus hijos, y con la humanidad: “Haced lo que Él os diga”. ¡Es una expresión audaz y llena de confianza! María no sabe lo que Jesús dirá, pero nos invita a aceptar las palabras que diga; aún más, pide que estas palabras se pongan en práctica.
¿Han notado que estas son las últimas palabras de la Virgen María? ¡Son como un testamento que nos deja! Que nuestra reflexión no olvide los toneles que debemos llenar de agua para que Jesús pueda convertirla en vino. ¿No es esa la actitud diaria de nuestra vida, la cual ofrecemos al Señor para que la transforme con su presencia?
María permite que el poder de Dios se manifieste. Este poder, en cierto modo, depende de nuestra libertad. ¿Queremos hacer lo que Jesús nos dice? La respuesta le toca a cada uno. ¡Nadie la dará por nosotros! Por un momento, pensemos en lo que puede significar tal petición, esto es, ¡cada persona en su situación, frente a las decisiones que necesite tomar!
Oremos a la Virgen María con el Papa Francisco. "Oh, Madre, ¡aumenta nuestra fe!”. Recordemos que el que cree nunca está solo. “Enséñanos a mirar con los ojos de Jesús para que Él sea luz en nuestro camino” (Lumen Fidei 60).
Monseñor Pierre-Marie Carré
Arzobispo de Montpellier (Francia), vice-presidente de la Conferencia Episcopal de Francia.
Homilía del 13/08/2018