Hay que realizar las propias acciones con María, es decir, mirar a María como un modelo perfecto de toda virtud y perfección, al cual el Espíritu Santo formó en una creatura pura, para imitarla según nuestras limitadas posibilidades. Es, pues, necesario que en cada acto mires cómo hizo o haría la Santísima Virgen, si estuviera en tu lugar.
Para esto debes examinar y meditar las grandes virtudes que ella practicó durante toda su vida y particularmente:
1° Su fe viva, por la cual creyó sin dudar en la palabra del ángel y siguió creyendo fiel y constantemente hasta el pie de la cruz en el Calvario.
2° Su humildad profunda, la cual la llevó siempre a ocultarse, guardar silencio, someterse en todo y colocarse en el último lugar.
3° Su pureza totalmente divina, que no ha tenido ni tendrá jamás igual sobre la tierra.
Y, finalmente, todas sus demás virtudes.
Recuerda, te lo repito, que María es el grandioso y único modelo de Dios, apto para hacer imágenes vivas de Dios, a poco costo y en poco tiempo. Quien halle este molde y se pierda en él, muy pronto se transformará en Jesucristo, a quien este molde representa al natural.
San Luis-María Grignion de Montfort: Tratado de la Verdadera devoción a María, § 260