Nace de la Virgen para nuestra regeneración

No nos detengamos aquí en el papel de la madre (María, Madre de Jesús), sino en la decisión del niño (Jesús, Dios Hijo) que se hizo hombre de la manera en que Él quería y podía. (...)

El Señor Jesucristo vino a suprimir nuestras enfermedades, no a contraerlas; a traer el remedio para nuestros vicios, no a sufrirlos; ha venido a purificar toda corrupción y a sanar nuestras almas de la infección de sus úlceras; por eso tuvo que nacer bajo condiciones nuevas, él que trajo a nuestros cuerpos la gracia nueva de una pureza inmaculada.

Era necesario que la integridad del hijo preservara en su frescura la virginidad de la madre y que la virtud infusa del Espíritu Santo le conservara ese agradable asilo del pudor, esa estancia de la santidad, porque Él había decidido elevar nuestras desgracias, zanjar nuestras heridas y darle a la castidad un mayor valor para vencer los atractivos de la carne; de esta manera, la virginidad, que en cualquier caso es incompatible con la maternidad, podría ser imitada por todos los que nacieran de nuevo.

San León el Grande 

Extraits du 2^e sermon de Noël