Cuando María aceptó convertirse en la madre de Dios, ¡se embarcó en una aventura increíble! Una aventura es tan emocionante como aterradora... El miedo, la incertidumbre, e incluso el dolor son sentimientos que luego aprenderá a lidiar. María siguió a su hijo durante toda su vida, en los buenos como en los malos momentos, y permaneció a su lado cuando fue crucificado.
Nuestra rutina de vida suele ser cómoda, pero a veces un poco de aventura, con todo lo que ello implica de positivo y negativo, puede realmente hacernos bien. ¡No tengamos miedo abandonar la zona de seguridad!
Participar en el crecimiento espiritual requiere coraje y decir sí a los nuevos objetivos puede ser desalentador al principio. María arriesgó toda su vida cuando se invirtió en su maternidad excepcional. Ella nunca volvió a ser la misma. Y hablamos de ello todavía hoy, ya que su valor hace toda la diferencia, tanto para ella como para el mundo. Ella cambió el curso de la historia por su compromiso, por sus convicciones personales y espirituales.
Cuando tenemos el valor de decir que sí, es realmente sorprendente ver cómo cada uno de nosotros puede tener una influencia positiva en el mundo que le rodea.