“Cuando Robert F. Kennedy, candidato a la presidencia de Estados Unidos, fue herido mortalmente con un arma de fuego en el Hotel Ambassador de Los Ángeles, el 5 de junio de 1968; numerosos de sus seguidores se arrodillaron y rezaron el rosario. Una imagen célebre de la época muestra a un mesero del restaurante, Juan Romero, posando un rosario entre la manos de Kennedy en la cocina del hotel; imagínense a los católicos haciendo eso hoy”, declaró a ACI Prensa Mark Stricherz periodista político y autor del libro Why the Democrats are Blue (2007).
La vida de Kennedy es a la imagen de esta devoción mariana. Él era el séptimo de los nueve hijos de Joseph y Rosemary Kennedy, residentes en Brookline, en Massachusetts. Después de haber servido en la Marina durante la Segunda Guerra Mundial, contrajo matrimonio con Ethel Skakel, con la que tuvo once hijos – el último no había nacido en el momento de su muerte.
Robert es a menudo considerado como uno de los más piadosos de los hermanos Kennedy: su casa estaba llena de objetos religiosos, biblias y crucifijos, rezaba regularmente con su esposa y sus hijos. Fue monaguillo en su juventud y también en ciertos momentos de su carrera en la función pública declaró el biógrafo Larry Tye en su libro Bobby Kennedy: The Making of a Liberal Icon (2017).