Siendo un joven sacerdote, participaba en un peregrinaje del UNITALSI, una organización italiana que acompaña enfermos al santuario de Lourdes (Francia).El primer día en Lourdes estaba yo decepcionado porque el lugar me parecía más una plaza comercial que un Santuario. Estábamos en 1970, y nosotros los sacerdotes jóvenes estábamos influenciados por el clima de contestación que reinaba en aquélla época.
Al día siguiente los organizadores del peregrinaje me enviaron a la capilla de confesiones para recibir a los fieles, después de 5 horas pasadas a perdonar los pecados, pero sobre todo a escuchar las maravillosas conversiones de numerosas personas, comprendí que era María la que había tocado su corazón; un renuevo espiritual comenzó a operarse en mí.
Regresé frecuentemente a Lourdes y siempre tuve el mismo sentimiento: María nos conduce a su Hijo Jesús. Es lo que sucede en todos los santuarios. Desde esa época, ya no volví a sentirme sorprendido por el comercio de objetos religiosos. Al contrario los recuerdos que cada uno lleva a su casa, o regala a parientes o amigos ayudan a continuar nuestra vida de peregrino.
Dom Bernardino Marchió, Obispo de Caruarú, Brasil
Testimonio recopilado por Thacio Siqueira para Un Minuto con María