El musulmán se vuelve varias veces al día hacia la Meca en recuerdo de su profeta. ¿Y los cristianos no tienen suficientes motivos para volverse hacia el Cielo y recordar a su divino Redentor y a su Madre bendita? La Iglesia nos recuerda el Ángelus, esa oración que uno reza al son de las campanas, en la mañana, al mediodía y en la tarde, para venerar a la Madre de Dios y adorar al mismo tiempo el misterio de la Encarnación.
La costumbre de sonar las campanas varias veces al día data del tiempo de las Cruzadas (1095). La práctica existía sin duda ya antes para advertir a los fieles por medio de las campanas que era la hora de rezar. Pero después de las Cruzadas, repican regularmente en la mañana, una media hora antes de que salga el sol y en la tarde una media hora antes de que se ponga, para comprometer a los fieles a que recen al Señor por la conquista de la Tierra Santa (Papa Urbano II, 1095). El repique del medio día se estableció solamente más tarde (Papa Calixto III, 1456).
Al principio solo se rezaba un Padre Nuestro, después se agregó el Ave Maria. Más adelante los papas ordenaron sonar tres veces (en honor de la Santa Trinidad) y rezar tras cada repique un Ave María, para pedirle a la Madre de Dios la destrucción de las herejías.